Tan orgullosos de sus hijos como orgullosos de sus padres

Tan orgullosos de sus hijos como orgullosos de sus padres

Nadie puede poner en duda la importante labor de los padres, en la divulgación de los valores del deporte, a pesar de que, no siempre resulte una tarea sencilla.

Lamentablemente, cada vez son más habituales las noticias de peleas entre padres que acuden a un partido o los gritos desde las gradas de padres que critican al entrenador porque su hijo no juega o insultan al árbitro o a otros jugadores rivales, o a su propio hijo porque no juega bien.

¿Qué motiva esta actitud violenta y ofensiva? ¿por qué resulta tan difícil el mantener el control en las gradas? ¿Por qué se genera presión en vez de animar? ¿puede la visión del negocio profesional hacer olvidar el significado del término “jugar”? ¿se exige a los niños que compitan como adultos?

La práctica del deporte, implica disciplina, coraje y esfuerzo, pero sobretodo, diversión, generosidad y honestidad.

Para crear en los niños el hábito de practicar deporte, se ha de poner especial énfasis en los beneficios y los valores que ello conlleva, animándoles para que disfruten al máximo y aprendan a dar lo mejor de sí mismos.

Pero al mismo tiempo, los padres, también deben disfrutar de los partidos, divertirse y alentar a los hijos, estar a su lado, verles crecer y comportarse con la mayor educación, mostrando respeto por el entrenador, por el árbitro y por el equipo rival, que es un contrincante, pero no un enemigo.

Los padres son los mejores maestros para ponderar el concepto de la victoria y las enseñanzas tan valiosas de las derrotas, y no deben de olvidar que son el modelo de conducta para sus hijos.

Por eso, si algún día te sorprendes en una grada a punto de perder el control por la ira o la frustración, recuerda por un instante porqué decidiste que tu hijo practicara ese disciplina deportiva, y no olvides que no eres el entrenador, ni el protagonista, pero no por ello tu papel pierde un ápice de su importancia porque tú eres su padre o eres su madre y estás allí para acompañarle y ayudarle a hacer realidad sus sueños, pero sobretodo para verle feliz y lograr que aprenda a vivir el deporte y la vida desde la entrega, la alegría, el entusiasmo y la diversión.

Hace unos años tuve la suerte de presenciar una lección de unos pequeños deportistas que no olvidaré y que quiero compartir con vosotros.

Ocurrió cuando asistí a mi primera final de baloncesto infantil, había muchos familiares de los pequeños deportistas animando desde las gradas, podía sentir la emoción y la alegría del ambiente y hasta un orgulloso abuelo me mostró un dibujo que, había hecho a su nieto, que ese día cumplía años, bajo el título de Felicidades Campeón.

Sin embargo, a medida que el partido avanzaba, el ambiente en las gradas empezó a enrarecerse y, cuando la victoria recayó, casi en el último instante, a favor del equipo visitante, se tornó muy bronco, debiendo los equipos de abandonar la cancha, en medio de un fuerte enfrentamiento entre ambas hinchadas.

Hasta el orgulloso abuelo, con semblante muy triste, doblaba y guardaba el dibujo, al no haber resultado su nieto campeón.

Aun en la calle, algunos padres continuaban con la disputa, hasta que vieron que, en el patio del colegio, los compañeros de otras categorías, formaron un paseíllo y cuando los pequeños deportistas salían del vestuario, les vitorearon: “Enhorabuena Subcampeones” “sois los mejores”.

Todos los padres enmudecieron, y se unieron al aplauso a los subcampeones.

En aquella ocasión fueron los niños y los adolescentes, los que de manera espontánea dieron una gran lección recordando a los adultos los valores del deporte.

Y a propósito de recordar …. ¿se acuerdan de Redmon Dereck? ¿saben que hizo su padre cuando vio que su hijo caía a la pista lesionado, a mitad de carrera y comprobó que a pesar del dolor se levantaba y seguía adelante dispuesto a llegar a la meta? ……pues el padre saltó a la pista y evadiendo todas las normas de seguridad, se acercó para sostener a su hijo y abrazarlo, y comprendiendo que nadie podría impedir que su hijo terminara la carrera, lo acompañó hasta que faltando unos metros le soltó, para que cruzara la meta por sí mismo.

Cuando la carrera finalizó, el padre declaró a los medios: “…. Yo estaba ahí para ayudarle, así que fui hasta la meta con él. Empezamos esta carrera juntos y teníamos que terminarla juntos”.

Todo un orgullo de Padre y todo un Orgullo de hijo.

Por último, permitidme que cierre esta entrada de blog con la siguiente cita: “No te preocupes si tus hijos no te escuchan, te observan todo el día e imitan todo lo que haces incluso si tú no te das cuenta” (Madre Teresa de Calcuta).

 

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